“Aún nos resulta inexplicable lo que sucedió. No hay palabra, frase o expresión que defina lo que vivimos”, dice Carlos Humberto Coc, salubrista y vecino de Campur, San Pedro Carchá, el lugar más afectado en Alta Verapaz con el paso del huracán Eta hace un año.

Durante 75 días el área central de la aldea permaneció inundada. La vista era la de un lago azul donde sobresalían los techos de las casas.

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Los nombres de los afectados por la inundación están en diferentes listados requeridos por instituciones gubernamentales quienes aseguran que regresarían con ayuda, pero nunca volvieron. Hasta el momento no han recibido asistencia alguna.

“Ha sido un proceso lento y con el puro esfuerzo de los pobladores”, indica el salubrista. El 90 por ciento de los vecinos regresó a su vivienda a pesar de las malas condiciones en las que quedaron, algunas las demolieron y otras familias corren riesgo por la presencia de fisuras en los inmuebles.

El edificio de la Iglesia Bautista fue declarada inhabitable, ahora construyen una nueva.

El dictamen de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) del 20 de agosto pasado, declara a Campur como habitable, por ello, hasta ahora iniciará el Estado a enviar ayuda a 900 familias afectadas. Pero de eso, dice, María Rax, vecina, perdieron la esperanza. Pasó una comisión de casa en casa, indicando que Conred iba a llevar un subsidio para reconstruir las viviendas, pero hasta la fecha no se mira nada. “Solo nos trajeron el comedor solidario en Carchá y dicen que con eso nos están ayudando. Es muy triste lo que vivimos”.

Cerca de ocho meses pasaron para restablecer el servicio de energía eléctrica y la tubería del agua potable fue reconstruida.

Líderes locales estiman que un 30 por ciento de sus jóvenes migró a Estados Unidos después de las tormentas Eta e Iota. Un padre de familia que pidió no ser identificado, permitió el viaje de su hijo de 16 años porque lo perdieron todo. “Espero que los jóvenes que valientemente viajaron puedan ayudarnos a reconstruir nuestras casas y tengan un mejor futuro, porque fue muy triste ver cómo perdimos todo, no tenemos que darles a nuestros hijos y el gobierno abandonó”.

Uno de los edificios públicos más afectados fue el Centro de Salud, lo declararon no habitable. Por ello, recién construyeron un edificio temporal para atender a la población. A los salubristas les preocupa que se convierta en permanente, pues no ven intención de las autoridades de construir un lugar formal, este es muy pequeño. “Es notoria la tardanza del ministerio de Salud en crear una unidad móvil más estable, estamos arrinconados en el albergue temporal, con incomodidades, humedad y poco espacio”, lamenta Coc.

Otra situación que complica a los pobladores es el pésimo estado de la ruta de El Pajal a Campur, cuando antes se hacían de siete a diez minutos ahora les toma de 30 a 40 minutos el mismo recorrido. Se complica el trasladado de pacientes a Cobán.

Vista aérea de Campur, hace un año estaba cubierto de agua después de las tormentas Eta e Iota. Foto: Carlos Humberto Coc.

El gobernador departamental, Romel Véliz, confirma que la ayuda que llega a Campur es a través de la iniciativa privada. “El Estado ha realizado la evaluación de daños. La Conred emitió un dictamen favorable, sí es habitable, a partir del mismo se podrá gestionar proyectos de inversión en el lugar”, indicó.

Ahora están pendientes de la época de huracanes, espera no los afecte de nuevo. El miedo persiste. “Estaba viendo unas fotos de lo ocurrido y al querer mostrárselas a mis sobrinos rechazaron verlas, diciéndome: ‘no nos enseñes eso’. Siempre andamos con miedo, cuando empezó la lluvia en el Día de los Santos todos estábamos nerviosos”, dice Coc.

Campur es la aldea más grande de San Pedro Carchá, con 67 mil habitantes, y con una economía basada en producción agrícola. El alcalde es Winter Coc Ba, y es su primer período como jefe edil, llegó al puesto con el partido Victoria. [Por Eduardo Sam. Vía Ojoconmipisto]