Adriana Ruano, a sus 29 años, agradeció entre lágrimas el apoyo de todos los guatemaltecos, pero todo de su familia y amigos más cercanos. Además, dedicó unas sentidas palabras a su señor padre que “desde el cielo la cuida”.

Adriana Ruano superó la marca vigente de la eslovaca Zuzana Rehák-Štefečeková, de 43 de 50 platos, impuesto el 28 de julio en los juegos Olímpicos de Tokio 2020.

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Tras convertirse en la primera medalla de oro de Guatemala en toda su historia, Adriana Ruano expresó su alegría tras convertirse en la primera campeona olímpica para del país.

“Las emociones son un montón. Agradecerle a toda Guatemala, a mi familia, mi equipo multidisciplinario. A mi entrenador Pedro Martín Farisa, a mi psicólogo Ricardo González, quienes desde el día uno, cuando los conocí, confiaron en mí. Eso ha sido clave en este proceso. Definitivamente, agradecer a Dios porque ha sido clave para mí. Me ha dado las fuerzas y la confianza que necesito para hacer este trabajo”, expresó Adriana Ruano.

Sobre la pregunta de los meses difíciles en que no se sabía si los atletas podrían competir bajo la bandera de Guatemala, debido a la suspensión que existía, aseguró que siempre mantuvo la confianza en que podrían lograrlo.

“He tratado de vivir este proceso lo más tranquila posible. Si algo me dejó la pandemia es que aprendí a que los cambios pueden ocurrir de la noche a la mañana. Así que, cuando se dio la noticia en que no podríamos competir como país, pues nada, solo seguí trabajando. Pensaba, primero Dios esto se arregle y podamos ir con nuestra bandera, y si no, pues ya, nos prepararemos para el siguiente ciclo olímpico”, puntualizó.

“Para mí lo más importante siempre es seguir trabajando porque la gente siempre sigue trabajando y no están viendo si uno tiene un problema o no. Hay que continuar, es muy bonito poder representar a nuestra bandera”, afirmó.

El apoyo de la familia en todo momento

“Sé que hay mucha gente rezando por mí. Más que pedir que gane, estuvieron rezando por mi paz y mi tranquilidad para que disfrutara esta competencia. Así que agradecerle a todas estas personas que estuvieron rezando por mí”, agregó.

“Hace cuatro años para Tokio, un mes antes, mi papá falleció. Nos tocó vivir un momento muy difícil como familia. Tokio encima de todo es… solo el hecho de competir en unos Juegos Olímpicos es algo grande. Yo quedé en último lugar. Mi sensación es que le había fallado a mi papá. Sé que desde el cielo nos cuida. Así que el poder tener a mi familia acá es muy importante, porque son los que me han dado las energías”, dijo emocionada.

“Mi mamá echándome porras, ayudándome, dándome palabras cada vez que me caigo para levantarme. Mi hermano que siempre está pendiente de mí, cuidándome y protegiéndome. Estuvieron también mis entrenadores de gimnasia con sus hijos apoyándome”, afirmó.