En San Marcos, varios jóvenes agricultores han visto un exponencial crecimiento en las ventas de sus cultivos orgánicos en los últimos cinco años. La pandemia no ha sido un obstáculo para sus objetivos al seguir innovando con la venta en línea.

La diversificación de las hortalizas en un paisaje de maizales, nuevos modelos de mercado y el tesón de salir de la pobreza le ha permitido a unas 40 comunidades de cinco municipios de San Marcos, dejar de contar los ingresos por ventas de cultivos en miles de quetzales y hacerlo ahora en millones.

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La faena ha sido posible mediante la gestión de la cuenca alta del río Cuilco que cruza San Marcos, con circuitos de comercialización, uso de nuevas tecnologías de cultivos y la integración de redes de productores de agricultura familiar con organizaciones de padres de familias de las escuelas públicas.

Los agricultores, en su mayoría jóvenes, pasaron de tener dos organizaciones con réditos apenas superiores a los 2 mil dólares anuales a ingresar más de 1,8 millones de dólares en los últimos cinco años. A través del Programa Conjunto de Desarrollo Rural Integral Alto Cuilco; financiado por el Gobierno de Suecia y con la capacitación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO; y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación guatemalteco, MAGA.

Agricultores ahora venden por Internet

Los campesinos repartían los productos usualmente dos veces por semana pero la pandemia lo cambió todo con el cierre y el confinamiento. El internet y las redes sociales fueron un conducto para salir del despeñadero que se avecinaba en marzo para los agricultores desde que a mediados de eses mes se detectara el primer caso en Guatemala.

Como cuenta Meylin Chun, de 23 años, los agricultores comenzaron a promocionar sus productos en redes sociales, en una cuenta de Facebook. Entre los amigos comenzaron a compartirlo alrededor de marzo y abril. Entonces comenzaron a llegar los pedidos en mensajes de la plataforma y llamadas telefónicas, algo novedoso en su totalidad en la región.

Antes de la pandemia, el producto estaba listo para la entrega dos veces por semana, pero con los cierres la cosecha empezó a quedarse y, al ser productos perecederos no entró en los planes del Ministerio, que cambió la dinámica e incluyó únicamente abarrotes.

Algunas organizaciones de agricultores en el país buscaron seguir con las hortalizas y buscar alternativas, bajar precios y comenzar a repartir a domicilio. Innovar es una necesidad en la actual situación.