Existe un personaje desapercibido de la historia patria, se trata de la Emperatriz Ana María de México. También lo fue de Guatemala, mientras se formó parte del Plan de Iguala.
Este año, Guatemala cumple también 200 años de su anexión a México; durante el Imperio de Agustín de Iturbide.
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Nació bajo el nombre de Ana María Josefa Juana Nepomucena Marcelina Huarte y Muñiz, en Valladolid; la actual Morelia, Michoacán, el 18 de enero 1786.
Su familia fue una de las más poderosas y ricas de ese territorio, pues su padre era alcalde provincial y su madre una influyente criolla.
Ana María tuvo una niñez opulenta y una educación esmerada, preparándose en el Colegio Santa Rosa de Valladolid, institución educativa conocida, tal como dicen las crónicas de entonces, preservar las “…Rosas de Castilla, sin mezcla de otras flores, todas españolas…”.
Ante esa educación, y en las mejores escuelas, Ana María y Agustín lograron conocerse, pues en una de estas entidades, el joven y futuro emperador, asistía al primer Conservatorio de Música, donde aprovechó a entablar contacto con esta joven y bella señorita.
El devenir histórico hace que el los ires y venires de los movimientos independentistas en México, contagien del espíritu de libertad a los vecinos centroamericanos. El Reino de Guatemala se independiza el 15 de septiembre de 1821.
En la efervescencia política, a Agustín se le nombra como Emperador de México y es así como en 1822, ambos, Agustín y Ana María son entronizados, convirtiéndose ella, en emperatriz del Anáhuac.
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