Considerado como el último reino maya en el sureste de Mesoamérica, San Andrés conforma un auténtico tesoro escondido en El Salvador.

Situado en el departamento de La Libertad, en el centro de El Salvador, concretamente en las riberas del río Sucio, hacia el centro del valle de Zapotitán, este enclave atesora una historia aún por descifrar sobre la presencia de los mayas en esta zona de Centroamérica y que la hermana con la ciudad de Copán, también maya y erigida en el occidente de Honduras, cerca de la frontera entre ambos países.

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Según la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (Fundar), el sitio de San Andrés tomó su nombre de la hacienda en la que se encuentra, de la cual reservaron para su estudio 54 manzanas (38 hectáreas).

Su centro monumental alberga un complejo de pirámides y construcciones anexas en un área de aproximadamente 20 hectáreas. En el lugar destacan al menos siete estructuras, entre ellas una denominada la “gran campana” que, a simple vista, es un montículo que se desconoce qué alberga en su interior, ya que no la estudiaron.

San Andrés

“A partir de los años 600 (d.C) se inició en San Andrés un programa de construcción monumental” hasta entonces inédito en la zona del valle de Zapotitán, relató el arqueólogo Paul Amaroli, quien ha dirigido varias investigaciones en este sitio, e indicó que en el lugar se encuentran una “serie de pirámides alrededor de una plaza”.

“Las pirámides probablemente eran de carácter funerario, aunque no se ha comprobado que fueran para tumbas de reyes y reinas y familiares cercanos quizás”, aseguró Amaroli, quien señaló que a sus moradores “les gustaba tener a sus antepasados cerca”.

Entre el campesinado “yo tenía mi casa, quizás debajo del piso enterraba a mi abuelo o mi papá, o en el patio, para hacer ofrendas, para estar en contacto con ellos. En un palacio se aplicaban los mismos principios, querían tener sus personas cerca (…). Los monumentos funerarios estaban a poca distancia y en vez, quizás, de una sencilla piedra son pirámides con un oratorio encima”, detalló.

El primer excavador de San Andrés, John Dimick, dividió la zona monumental en dos sectores: una Acrópolis (plataforma que sostiene otras estructuras) y una Gran Plaza.

Las investigaciones permitieron descubrir que la Acrópolis cubre una pequeña plaza abierta que rellenaron con entre 500 mil y 600 mil ladrillos de adobe para convertirla en una plataforma elevada y de acceso restringido.

“Rellenaron todo el espacio en medio de la plaza (…), casi cubrieron las pirámides, y encima construyeron un palacio, que probablemente es el reflejo del que queda soterrado por el relleno. Lo que obtienen así es lo que se llama una acrópolis, una plataforma muy grande que sostiene otras”, sostuvo el arqueólogo.

Hallazgos que la “hermanan” con Copán

“San Andrés comparte mucho con Copán”, sentenció Amaroli, y destacó que el complejo situado en territorio de lo que hoy es Honduras fue una capital maya desde los 400 d.C.

A juicio del experto, “a golpe de vista, San Andrés parecería como una versión simplificada de Copán”, y no descartó la posibilidad de que la ciudad en El Salvador se edificara bajo el amparo de la hondureña.

“Quizás muy directamente la dinastía de Copán (intervino en la fundación de la ciudad) enviando un hijo para establecer una dinastía local con unos cuantos guerreros y trabajando en una misma zona étnica, para ellos el mismo idioma, pero enseñoreándolo”, explicó.

Citó como otra hipótesis que esta ciudad en El Salvador “se emparentó” con Copán, probablemente mediante el matrimonio de una hija.

Una parte de la historia maya

“San Andrés es el último reino maya en el sureste de Mesoamérica”, afirmó Amaroli, en tanto que Rivas destacó que las investigaciones apuntan a que existe evidencia de que los habitantes de esta zona compartían el conocimiento de los mayas.

“Aquí había científicos mayas, como astrónomos”, expertos sociales y conocedores de la técnicas agrícolas que, “unidos a los sacerdotes”, tenían como tarea “organizar la sociedad para mejorar la mutua convivencia”, expresó el director de Patrimonio.

Rivas resaltó que “eran sociedades muy bien organizadas que, poco a poco, con los hallazgos arqueológicos”, se va “tratando de entender y de interpretar cómo pudieron haber vivido”.

Sobre el fin de esta civilización, los científicos consideran que San Andrés, Tazumal y otros centros del período Clásico Tardío en El Salvador fueron abandonados entre los años 850 y 900 d.C., en una versión local del llamado “colapso maya”, un fenómeno aún no aclarado y que es aún tema de debate.

Amaroli dijo que durante las excavaciones en San Andrés se hallaron restos de vasijas similares a las de Cihuatán, otro de los asentamientos urbanos de la zona fundado hacia el año de 900 d.C., luego del llamado “colapso maya.”