Dentro de los muchos objetos creados por los mayas, las vasijas con rasgos humanos nos permiten conocer un poco más sobre su vida en la época prehispánica.
Lo que conocemos de los antiguos mayas, y otros grupos mesoamericanos, es gracias a los materiales y objetos que dejaron atrás. Pinturas murales, edificios, esculturas, vasijas de cerámica y artefactos de otros materiales son algunas de las fuentes para conocer algo sobre la vida diaria y la sociedad en la época prehispánica (antes de la llegada de los europeos).
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Como ocurre en la mayoría de culturas, antiguas y contemporáneas, el cuerpo humano se considera un canal sagrado de comunicación con lo sobrenatural.
De acuerdo al Popol Vuh, el libro sagrado de los Quiché, el ser humano fue creado por los Creadores y Formadores, Tepeu y Gucumatz, a partir de la masa del maíz.
Lo que se nos viene rápido a la mente (cuando hablamos de la figura humana) son las imágenes de hombres y mujeres pintados en las vasijas o las figurillas hechas de barro.
En el caso de las figurillas, la plasticidad de la arcilla permitía a los artistas una gran variedad de gestos faciales y corporales, personalizados para cada una. Conforme las técnicas de manufactura avanzaron, aparecieron figurillas y vasijas con rasgos cada vez más naturalistas y bien proporcionados, hasta llegar al uso de moldes para la manufactura en serie.
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— EntreCultura (@entreculturatv) February 1, 2022
Impresión del rostro
La parte más difícil de cualquier objeto es imprimirle el rostro humano, especialmente cuando se trata de esculpir el barro o arcilla. Esto aplica no solo a las figurillas sino a innumerables ejemplos de vasijas de cerámica a las cuales se les daban rasgos animales o humanos adaptando la forma redonda, ovalada o cilíndrica de la vasija para darles realce y volumen.
La superficie lisa siempre ha presentado una oportunidad para decorar las vasijas con rasgos antropomorfos (esto significa “con forma humana”), siendo muy populares las “vasijas-efigie” (las que presentan rasgos tridimensionales que incluyen cabeza, extremidades y otras partes del cuerpo) y una sub-categoría específica que incluye las “vasijas con cara o rostro” (cuyos rasgos aparecen mayormente en la parte media de la pared, a veces dentro de un medallón o panel).
Existe muy poca información sobre las vasijas con rostro. Se conocen las técnicas de manufactura, pero se desconoce su posible función o simbolismo. Es más, pareciera que las vasijas solamente fueron decoradas con rasgos antropomorfos como una forma de reflejar, en las cosas, la naturaleza humana o nuestro propio espíritu.
Sobre lo anterior el célebre mesoamericanista Alfredo López Austin (1996) dijo, en referencia a la cerámica de los nahuas, lo siguiente: “la cara es el sitio por el que surge al exterior la fuerza vital del aliento, que como se ha visto, está cargada de sentimiento y de calor moral. Esto hace del rostro humano el espejo de las virtudes del individuo…” (López Austin, 1996: 184).
Por otro lado, Emilia Raggi Lucio (2012) dijo que “para los mayas la cabeza era una marca de la individualidad, de todo el cuerpo”, lo que se hacía extensivo a la cara.
“Vasijas-retrato” de la cerámica Moche de Perú
Los estudios arqueológicos que más se acercan a analizar las “vasijas con rostro” son los que se refieren a las “vasijas-retrato” de la cerámica Moche de Perú, sin embargo, estas se caracterizan por su realismo facial y se clasifican como retratos en forma de vasija (hechos con molde) y no al revés, como es el caso de Mesoamérica.
Lo único que tenemos en común son los rasgos antropomorfos y que el término “vasija” se les da “por el consenso que existe de que estos objetos podrían haber servido para contener líquidos” (Millones, 2011: 6).
Según la clasificación de Larco (2001) las vasijas peruanas se pueden clasificar también como “vaso escultórico” y “cántaro escultórico”, lo cual podría servirnos en Mesoamérica para clasificar las vasijas efigie de cuerpo completo, donde las vasijas con rostros humanos no son retratos, pero sí presentan rasgos específicos interesantes que realzan o exageran las facciones.
Algunos ejemplos son el uso de acanaladuras y líneas incisas para representar arrugas y cabello; bolitas aplicadas y volutas en relieve para representar diseños con tatuajes, cicatrización y bigotes.
Las caras pueden aparecer dentro de un medallón o como parte integral de la vasija, complementando los rasgos en relieve con los otros elementos de la vasija, como los soportes, las vertederas, las asas y las tapaderas. La variedad es mucha y muy creativa.
Fuentes
- Fuente, Beatriz de la; “La Vejez en el Arte de Mesoamérica” en Revista Arqueología Mexicana.
- Larco Hoyle, R. 2001. Los Mochicas I y II. Museo Larco. Fundación Telefónica. Perú.
- López Austin, Alfredo. 1996. Cuerpo Humano e Ideología: Las concepciones de los antiguos nahuas. UNAM. México.
- Millones, Mario. 2011. “Vasijas-Retrato Moche: Ordenando rostros (forma, tiempo y espacio)” en Revista No11 Museo Trujillo; Jun 16, 2011.
- Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. Perú.
- Raggi Lucio, Emilia. 2012. La cabeza como personificación del “ser” entre los mayas.
- Taube, Karl and Rhonda Taube. 2009. “The Beautiful, the Bad and the Ugly: Aesthetics and Morality in Maya Figurines” in Mesoamerican Figurines: Small Scale Indices in Large Scale Social Phenomena. University Press of Florida. pp. 236-258.