Desde la carretera pude divisar como una hermosa y enorme catarata descendía entre la arboleda… no cabía la menor duda, era la del Biotopo del Quetzal, la cual lucía con todo su esplendor después de las copiosas lluvias de la época. Fue entonces que recordé los hermosos árboles en el recorrido de los senderos, las pequeñas cascaditas que se forman al colarse el agua en las raíces de los árboles y la impresionante fauna y flora del lugar.

Como un reencuentro con el pasado, llegué con la expectativa, (al igual que una gran parte de los visitantes), al avistamiento del Quetzal. Ya en otras ocasiones había llegado con ese mismo pensamiento. Sin embargo, recordé las enseñanzas del primer curso de educación ambiental que había recibido hacía casi 30 años en ese mismo lugar. Uno de los aspectos más importantes del biotopo es la diversidad biológica del mismo y la riqueza en código genético que eso representa.

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Esa fue la idea del Dr. Mario Dary al establecer estos lugares como áreas de reserva de investigación, para poder preservar todas las especies que en él se encuentran y en algún momento poder entender cuál es el papel que desempeñan en nuestro ecosistema.

Después de muchos años y con la curiosidad de la primera vez, visitar este lugar me llevaba a buscar los secretos de la naturaleza, que por ser un bosque nuboso esconde una gran cantidad de plantas, insectos, aves y vertebrados que en la vida cotidiana no podemos encontrar fácilmente.

Iniciamos el recorrido al Biotopo del Quetzal

En el transcurso del recorrido, es asombroso observar árboles con cientos de años, que en sus ramas acogen gran variedad de bromelias, más conocidas como gallitos. Había de varios colores, rojas, verdes, anaranjadas y también de varios tamaños. Desde muy pequeñas, hasta otras enormes, lo cual se debe a la antigüedad de las mismas.

Es característico encontrar, en las orillas de los senderos, una gran cantidad de helechos, como los que comúnmente conocemos como cola de Quetzal. Estos se denominan así por la forma de sus hojas.

También hay especies menos comunes que asemejan los cuernos de un alce. Estas plantitas son muy agradables a la vista, ya que rodean las pequeñas cascadas y el trayecto se convierte en un verdadero espectáculo de la naturaleza.

El esforzado, pero fresco ascenso nos lleva a escoger el recorrido largo de 4 mil metros, o el corto de 2 mil metros. Con espíritu aventurero y la expectativa de conocer más el lugar, escogí el recorrido largo, durante el cual no deja de sorprender la vegetación, insectos y aves del lugar que en algunos instantes eran más notorios.

Recomendaciones

Una de las recomendaciones recibidas al hacer senderismo, y como lo mencionara la Licda. Oliva, esta es una reserva natural, no un zoológico. Por ende, es necesario mantener el mayor silencio posible. Estamos llegando al hábitat natural de varios seres vivos propios del lugar, para quienes somos extraños y perturbamos su espacio, también para poder percibir el canto de las aves, escuchar el sonido de algún otro animalito que ande merodeando por el lugar y no espantarlos con nuestras voces o sonidos que pudiéramos provocar al reírnos o chiflar para ver si alguien quedo atrás, por ejemplo.

Casi al completar un poco más de la mitad del recorrido, encontré un sendero que me llevó directamente a la caída de agua que había divisado desde la carretera. Fue un momento mágico. Ver como desde arriba descendía el agua entre las rocas, las bellas flores silvestres amarillas, el sonido del agua al pasar entre las rocas y el viento frío de las montañas. Al frente, podía verse como en una gran ventana, las montañas del otro lado de la carretera y  la vegetación del bosque nuboso, toda aquella extensión verde cubierta de neblina.

Las instalaciones principales del Biotopo son ecoamigables, para apoyar la conservación del
medio ambiente y proteger este importante recinto natural. (Foto: Ecociudadanos)

La noche en el Biotopo

Pernoctamos ahí, se puede acampar y realizar actividades educativas propias de la reserva natural, fogatas, así como también algunas actividades como yoga, nos explicó Juan José Isem, guarda recursos del CECON. Llovió toda la noche y el frío me recordaba que estaba en un bosque rodeada de la naturaleza; sin embargo, mi único pensamiento era poder apreciar el amanecer desde este bello lugar.

Los primeros rayos de sol llegaron, y con ellos la impaciencia de recorrer nuevamente los senderos. Me dirigí hacia la caída de agua y se podía observar un paisaje similar al del día anterior, pero en esta ocasión fui sorprendida por la visita de varios colibrís que revoloteaban en las flores amarillas y permanecieron por varios minutos saboreando el néctar de las mismas. Las palabras quedan cortas al ver tanta armonía en la naturaleza, las aves, el agua, los insectos, los árboles y plantas del lugar.

Resulta difícil pensar que todo esto puede ser apreciado si tan solo ponemos un poco de atención en lo que nos rodea. Si por un momento conectamos todos nuestros sentidos, y dejamos a un lado las preocupaciones, podríamos tratar de escuchar lo que la naturaleza nos quiere decir. Llegar al biotopo y estar en contacto con todos estos seres vivos es una experiencia energizante, digna de revivirse más de una vez. Para aquellos que les guste aventurarse, explorar y revitalizarse, buscando a la madre naturaleza, solo me queda decirles, ¡feliz viaje!

Si deseas ser voluntario o hacer donaciones a ecocidudadanos, contáctalos al sitio web www.ecociudadanos.org [Redacción: Eugenia Álvarez – Ecociudadanos]