La cerámica mayólica antigüeña, es una herencia española con influencia árabe, que se caracteriza por poseer un acabado vidriado sobre fondo de color aplicado. Los vestigios prehispánicos dan fe de la producción cerámica maya, que carecía de dicho acabado.
Fotos y texto: Roberto Broll
Esta cerámica es una loza guatemalteca que deriva de las españolas como Talavera de la Reina o Puente del Obispo en España, pero con características propias desarrolladas durante la Colonia.
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Los colores se obtienen a partir de químicos como el óxido de estaño; en Guatemala los colores típicos fueron el verde, naranja, negro, amarillo y el azul en menor grado. Su producción marcó un hito en Guatemala, pues su producción introdujo el torno, el horno y el vidriado.
La mayólica se desarrolló en Santiago de Guatemala primero, y luego en la Nueva Guatemala. Totonicapán es otro centro productor, pero su acabado difiere a la cerámica mayólica antigüeña.
Los “loceros”, nombre que recibían los productores, fabricaban piezas de construcción como azulejos para colocar en cúpulas, pisos, zócalos, artesas, cocinas, fuentes, entre otras.
También realizaron piezas ornamentales, como gárgolas, mascarones, bancas de zaguanes, maceteros, hasta delicadas piezas como vajillas, candelabros, especieros y todo tipo de accesorios para ornar las casonas señoriales de la Guatemala Colonial.
La cerámica mayólica antigüeña desarrolló diseños propios, destacando los patrones geométricos, animales, y el famoso “culebreado”, o líneas onduladas continuas.
La cerámica mayólica antigüeña estuvo a punto de desaparecer, por ser desplazada durante el siglo XX. Hoy nuevos artesanos la están re impulsando ¿Te animas a apoyarlos?