Desde siempre, los seres humanos hemos buscado el confort y la satisfacción que generan los bienes materiales, creados para hacernos la vida más fácil y agradable. Pero ¿cómo afecta a nuestro bienestar psicológico la creciente cantidad de objetos que vamos adquiriendo e incorporando a nuestro entorno? ¿Podemos ser felices con menos bienes materiales a nuestro alrededor?
“La búsqueda de felicidad a través de las posesiones materiales es uno de los principales problemas que afronta la sociedad del siglo XXI”, según Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y directora de contenido clínico (chief content officer) de la plataforma de psicoterapia en línea TherapyChat.
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Los jóvenes siempre quieren más
Este problema afecta “especialmente a los jóvenes, que viven en un mundo caracterizado por la sobreexposición en el ámbito digital, los cánones sociales y la necesidad de mostrarse de determinada manera en las redes sociales”, según asegura.
“Este contexto, sumado al desarrollo de un mundo cada vez más global en el que la publicidad ya no vende productos, sino estilos de vida, hace que terminemos confundiendo la felicidad con el materialismo”, según Aranda.
Según esta especialista, salir de compras es una actividad que hace feliz a un elevado porcentaje de personas. Este fenómeno podría originarse en la respuesta neurofisiológica que se produce, en forma de placer y satisfacción.
“Esta sensación placentera es una respuesta natural, pero también adictiva y sobre todo, efímera. La misma puede ser contraproducente si se usa para llenar un vacío personal, disimular una baja autoestima o esconder carencias emocionales” explica esta experta.
Compras: satisfacción fugaz
Isabel Aranda destaca que en realidad, la alegría y el bienestar provenientes del consumo de bienes materiales, son un espejismo, porque van desapareciendo.
“Una vez que incorporamos esos objetos a nuestra vida, pierden su efecto de novedad y volvemos al punto de partida, en el que necesitamos hacer una nueva compra para volver a experimentar esa sensación de felicidad”, apunta.
Para escapar de este círculo vicioso, Aranda recomienda preguntarse: ¿esto que me voy a comprar me hace realmente feliz, o es que me han dicho que me hará feliz…?
Para esta experta “es innegable que necesitamos determinados objetos materiales para vivir, y que no tener acceso a estos bienes puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar físico y psicológico. Por ejemplo, una casa donde resguardarnos, ropa para vestirnos, comida para alimentarnos y otros productos añadidos pueden ayudarnos a tener una vida cómoda”.
¿Qué es lo que necesitamos realmente?
Aranda nos dice que debemos “aprender a diferenciar aquellos bienes que necesitamos de los que deseamos: mientras que la carencia de los primeros puede afectar nuestro bienestar, carecer de algunos de los segundos puede llegar a ser beneficioso para nuestro equilibrio psicológico”, añade.
“Además de contribuir a centrarnos en las cosas realmente importantes, aligerando nuestro día a día, vivir con menos posesiones nos ayuda a desprendernos de la mentalidad materialista y la presión social que nos lleva a comprar algo que no refleja nuestra identidad”, asegura Aranda.
“Aunque un dispositivo electrónico en sí puede serte útil para comunicarte o trabajar, quizá no necesites el último modelo de teléfono móvil.”, ejemplifica.
“Cuando llegas a este tipo de conclusiones, sales del círculo vicioso de la publicidad y el consumismo. Vuelves a tener el control de ti mismo en una sociedad guiada por la imagen”, destaca.
Esforzarnos por ser más consciente de cómo vivimos y valoramos las cosas y hacer que nuestra vida se encamine a lo que queremos, prescindiendo de lo que nos sobra, nos acerca a la felicidad y nos aleja de la resignación, una actitud pasiva cercana a la queja y el victimismo, que consiste en acomodarse a “lo que hay”, sin aspirar a cambiar o mejorar, según Aranda.
Claves de felicidad no consumista
En este sentido, esta psicóloga ofrece algunas pautas para aprender a ser felices con menos y conseguir este objetivo:
Pregúntate si necesitas las cosas que echas de menos. “Aprender a diferenciar aquello que necesitamos de lo que deseamos puede ayudarnos a poner el foco en lo importante y ahorrarnos un enorme malestar psicológico”, señala.
Recuerda que lo que posees no define como eres. Para Aranda es fundamental recordar que nuestras posesiones no reflejan nuestra valía, ni tampoco definen quienes somos; solo tienen una utilidad en la vida. “Son un medio, no un fin”, destaca.
Disfruta de los pequeños detalles. “Una comida en familia, una noche viendo una película arropado con una manta, una tarde con amigos. La felicidad suele estar vinculada a experiencias simples y cotidianas compartidas con nuestros seres queridos”, señala.
Céntrate en lo que tienes. “En vez de enfocarte en lo que te falta, valora lo que posees y agradece que esté presente en tu vida. Así serás más consciente de lo afortunado que eres y eso te ayudará a sentir una felicidad más plena”, reflexiona Aranda.
Abraza nuevos hábitos para tu bienestar. “En tiempos de crisis económica, quizá debamos prescindir de la cena en un restaurante. En cambio, debemos encontrar actividades que nos permitan disfrutar de la vida”, concluye.