El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, negó hoy que la metrópolis se haya convertido en una “ciudad fantasma”, como dijo anoche el presidente Donald Trump, en el tercer debate presidencial.

Respondió que la única ciudad fantasma “será Mar-a-Lago cuando el mandatario pierda las elecciones y se jubile”; refiriéndose al centro vacacional propiedad de la Organización Trump y segundo hogar del mandatario.

Lee también: España suma 21 mil casos nuevos de coronavirus y 155 muertos

“Si van y miran lo que ha pasado en Nueva York, es una ciudad fantasma. Miren lo que está pasando. Se está muriendo”, exclamó Trump en el debate presidencial celebrado en Nashville, Tennessee, al criticar las políticas de confinamiento por la pandemia del COVID-19, impuestas en ciudades como Nueva York y que defiende su rival, el demócrata Joe Biden.

En una entrevista hoy, De Blasio contestó a Trump: “Los neoyorquinos están probando que esta ciudad va a resurgir con fuerza y la única ciudad fantasma, déjeme que le diga, va a ser Mar-a-Lago después de las elecciones; cuando Donald Trump se vea forzado a jubilarse allí”.

De Blasio, que alardea de su animadversión a Trump, dijo que lo único que intenta conseguir el presidente con esas declaraciones es desviar la atención sobre la mala gestión del gobierno federal desde la llegada de la pandemia a Estados Unidos la pasada primavera; que ha dejado ya más de 223 mil muertos en el país, casi 33 mil 400 de ellos en el estado de Nueva York.

Nueva York se recupera de la pandemia

Nueva York fue el epicentro de la pandemia durante la primavera, pero se ha ido recuperando progresivamente tras las medidas de cierres de comercios, colegios, restaurantes y oficinas y las limitaciones a las congregaciones de gente.

No obstante, esas medidas, han hecho que muchas familias abandonen la ciudad temporal o definitivamente; llevando a la quiebra a varios miles de pequeños negocios.

Con la reapertura de restaurantes, comercios y colegios, la ciudad ha comenzado a recuperar la normalidad, aunque no tiene la vitalidad de antaño, en parte porque no la recorren las multitudes de turistas y oficinistas que antes de la pandemia abarrotaban sus calles.