Un equipo de arqueólogos españoles han encontrado en las ruinas de la ciudad de Pompeya una de las perfumerías mejor conservadas de la época romana, ubicada en una domus del corazón del histórico enclave italiano.

Un equipo de expertos de la Universidad de Granada, España, del Instituto Valenciano de Restauración y del Servicio de Investigaciones Arqueológicas Municipal de Valencia son quienes trabajan en Pompeya. Esta ciudad museo del sur de Italia, es donde se ha localizado una de las perfumerías mejor conservadas de la época.

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Los resultados del estudio, anunciados por la Universidad de Granada, fueron publicados en un volumen dedicado a los artesanos en la antigüedad de la editorial Archaeopress Archaeology. Son el resultado de una década de varios proyectos de investigación.

El equipo ha analizado una oficina de producción de perfumes ubicada en la Casa de Ariadna. Una domus localizada en el corazón neurálgico de Pompeya, ciudad que tuvo una amplia vida desde el siglo II a. C. hasta la erupción del Vesubio -año 79 d. C.-.

Específicamente, esta perfumería estaba en uno de los flancos de la entrada sur de la casa y aunque inicialmente compartía espacio con otros usos, se independizó para tener acceso directo desde un vial comercial.

Pompeya, fuente de inagotables descubrimientos

“Encontramos una gran cantidad de frascos y ungüentarios cerámicos y de vidrio, que dan buena prueba de la venta al público de perfumes que se llevaba a cabo en esta tienda. También analizamos toda la cadena productiva, arrojando luz sobre cómo se producían estas esencias”. Así lo comentó la investigadora española del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad y una de las autoras de este trabajo, Macarena Bustamante-Álvarez.

El primer paso para elaborar los perfumes romanos en Pompeya, consistía en prensar aceitunas y flores para obtener la base aceitosa del producto. Luego las esencias florales, las hacían con una prensa que permitiría extraer los jugos. Todo se mezclaba en unas piletas con revestimiento hidráulico junto a gelatinas de origen animal concentradas.

Una vez maceradas, estas esencias podían ser “embotelladas” y estaban listas así para su adquisición en la perfumería.

“En nuestro estudio planteamos, que en el sitio se preparaban además, ungüentos cosméticos. Usaban grasas similares a la actual lanolina, como se deduce de la cercana ubicación de una oficina lanificaria; en dicho sitio se lavaba y trabajaba la lana”, añadió Bustamante-Álvarez.

Los investigadores afirman que, además de las posibles prácticas cosméticas e higiénicas similares a las que tienen en la actualidad, los perfumes podían cumplir funciones especiales en ritos como ceremonias funerarias, o servían como regalos.