Los días de febrero llegan todavía con la resaca del nuevo año, el carnaval llega con vientos fuertes que no en vano le valen el refrán de “febrero loco”.

Por: Ninotchka Matute, HiperUrbana

A mediados del mes la abuela nos sentaba en la mesa de madera de la cocina a mi hermana y a mí y desempacaba los cascarones que minuciosamente venía coleccionando meses atrás.

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Preparaba las coloridas añilinas y ponía a cocinar en una olla desvencijada el engrudo; que a mí me fascinaba más que los colores de la añilina por su textura pegajosa. El olor irrepetible, se me entraba a la nariz cuando pegaba el cuadrito de papel de china que sellaba el arduo trabajo de colorear las cáscaras de huevo.

Elementos para elaborar los cascarones de Carnaval. (Foto: MAA)

El martes de carnaval las señoras del barrio, tomaban de la mano a todos los niños de la casa y se reunían en la cuadra; caminaban comentando el chisme del día, la semana o el mes hasta llegar a la plaza.

La algarabía era contagiosa en el parque. Grupos de mamás conversando y cientos de niños libres corriendo por todos lados; estrellando a diestra y siniestra las pequeñas y efímeras obras de arte. Los cascarones estallaban en las cabezas llenando de color los cabellos oscuros que resplandecían al sol con los destellos coloridos de la pica-pica…

Ahora se puede comprar hecho este producto festivo. (Foto: MAA)

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