Un día más en el país de la eterna primavera… Y como es costumbre inicio mi día con un delicioso café, un sorbo que despierta mis sentidos; esto me hace pensar que estamos en una de las épocas más bonitas y llena de tradiciones chapinas y es que se acerca el Día de Todos Los Santos.

Hoy vamos a hablar de todo lo especial que sucede en los primeros días del mes de noviembre, un mes que tiene esos atardeceres color rosa pastel (celajes), que sin duda nos dejan con la boca abierta por varios minutos al contemplar caer el sol entre las nubes y esconderse atrás de los volcanes.

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Una de las tradiciones guatemaltecas de estos días consiste en ir a visitar a los familiares difuntos a los cementerios. Una actividad que involucra encontrarse con amigos, conocidos y saludar a medio mundo en este cadencioso recorrido hacia los camposantos.

En esta fecha tan esperada, la mayoría de personas adornan las tumbas de sus parientes con flores, hojas de pino, coronas, fotos familiares y otros elementos que al difunto le gustaban. Algunas personas (las más creyentes) planifican también que ese día desayunarán o almorzarán en familia al lado del mausoleo. Comparten y reviven momentos con los seres queridos que físicamente ya no están, pero si en los recuerdos y el corazón.

Barriletes gigantes

Uno de los eventos también más esperados es el vuelo de los barriletes gigantes, esas obras de arte multicolor fabricadas desde muchos meses antes por las manos privilegiadas de los barrileteros, y donde formados con varas de bambú y papel de china, envían los mensajes de amor y felicidad hasta el cielo, en espera que los parientes difuntos los disfruten desde las nubes.

En esos días no hay que olvidarse de la gastronomía, que tiene un papel fundamental para ponerle sabor a estas tradiciones, y me refiero nada más y nada menos que al inigualable y sabroso fiambre, también al pan de muerto, los molletes, elotes locos o ayote en dulce; solo de pensar ¡ya se me hizo agua la boca!, y es que el recorrido hacia el cementerio se transforma en toda una fiesta de olores, sabores, y colores, que a cada paso que das te sorprendes con los diferentes tipos de comida.

Fiambre

El 01 de noviembre está reservado para el platillo principal y que muchos guatemaltecos como yo, esperamos ansiosamente para darnos un delicioso festín, por supuesto que hablo del delicioso fiambre.

La elaboración del fiambre nace como una ofrenda hacia los difuntos; según algunas crónicas viene del siglo XVII, pero la mezcla de dos culturas como la maya y la española le daría mucho el toque final que hoy en día conocemos; y bueno, cada región tiene su ingrediente secreto.

En Guatemala existen dos tipos de fiambre que son los más conocidos: el fiambre blanco y el fiambre rojo, este último se caracteriza por llevar remolacha que claramente le da ese toque carmesí intenso que nos realza la vista, y el fiambre blanco (sin remolacha) que incorpora un balance entre verduras, embutidos, quesos, aceitunas y otros, que le da un color más neutro.

Hace unos días, tuve la suerte de ser invitado a la elaboración y degustación del tradicional fiambre blanco guatemalteco, del Restaurante El Peñascal en Cobán, A.V., donde Arely Martínez (propietaria) me atendió personalmente; ella me cuenta que esta tradición familiar viene desde hace 31 años, me comenta que la elaboración depende de los gustos de cada familia y que puede llegar a mezclar más de 50 ingredientes; eso sí, me confiesa que el toque secreto está en el delicioso caldillo que resulta de la mezcla de todos los ingredientes más uno muy especial que no me quiso revelar.

Fue increíble conocer la preparación de este platillo, donde inesperadamente los olores y sabores se resaltaron al combinarlos con el exquisito y único salchichón ahumado cobanero, ¡esa no me la esperaba! De este ingrediente te contaré en una próxima edición. [Redacción y fotografías: Rodrigo Pop]