El papa Francisco volvió a recordar el conflicto en Ucrania, lamentó que se está viviendo una guerra mundial y pidió a todos que la detengan, al final de la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
“¡Hoy estamos viviendo una guerra mundial, detengámonos por favor!”, dijo el pontífice, que pidió confiar a la Virgen las víctimas de todas las guerras “y en especial a las de la querida población ucraniana”.
Como cada miércoles desde que comenzó el conflicto, el papa, al final de la audiencia, volvió a recordar a la “martirizada Ucrania”. E instó a que, “ante todos los escenarios de guerra de nuestro tiempo, cada uno que sea constructor de paz”.
Dios actúa a través de eventos no programables e incluso de contratiempos. Pidamos al Señor que nos envíe su Espíritu para que nos ayude a discernir y a reconocer su presencia aun en las situaciones imprevistas y dolorosas de nuestra vida. #Discernimiento
— Papa Francisco (@Pontifex_es) September 7, 2022
El Papa Francisco pide por la paz entre Ucrania y Rusia
También pidió que se rece para “que en el mundo difundan pensamientos y proyectos de concordia y reconciliación”.
Hace unas semanas, el Ministerio de Exteriores ucraniano convocó al nuncio apolítico (embajador), Visvaldas Kulbokas. Le expresó su protesta por las palabras del papa sobre las víctimas en la guerra de Rusia. Además por su referencia a la muerte de Daria Dúguina, de 29 años, que falleció tras la explosión de su automóvil el 20 de agosto, cerca de Moscú.
Seguir a Jesús significa tomar como Él las propias cargas y las de los demás, hacer de la vida un don. Jesús nos dice esto: vive el Evangelio y vivirás la vida, no a medias sino plenamente.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) September 4, 2022
El Vaticano se vio obligado entonces a emitir un comunicado. Subrayó que el papa Francisco había condenado en varias ocasiones el conflicto en Ucrania “por ser injusto e inaceptable”.
Y matizó que ante “la guerra a gran escala en Ucrania, iniciada por la Federación Rusa”, las intervenciones del papa “son claras”. Son “inequívocas al condenarla como moralmente injusta, inaceptable, bárbara, sin sentido, repugnante y sacrílega”.