Argentina despidió este lunes al expresidente Carlos Menem, polémico peronista que gobernó el país durante una década, 1989-1999, y que falleció el domingo a los 90 años.

A pesar de que profesaba la religión católica, Menem fue enterrado en un cementerio islámico de San Justo, en la provincia de Buenos Aires.

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En el cementerio, una banda militar rindió los honores correspondientes a un exjefe de Estado, y el cuerpo de Granaderos recibió el féretro y lo trasladó hasta su morada final donde lo despidió su familia y allegados en una ceremonia íntima.

Por el velatorio, que no convocó multitudes, desfilaron figuras de la política y ciudadanos, que hicieron fila a las afueras del Congreso para despedir al expresidente.

El actual mandatario, Alberto Fernández, que decretó ayer tres días de duelo nacional, se acercó anoche unos minutos a la capilla ardiente.

Menem, de origen sirio, falleció el domingo en el Sanatorio Los Arcos, de Buenos Aires, donde se encontraba internado de diversas dolencias.

Halagos y críticas al expresidente argentino Menen

La muerte de Menem ha suscitado tanto halagos como críticas.

Se habla de su personalidad carismática, política económica, acusaciones de corrupción, decisiones judiciales y los atentados que sufrió.

Su gestión como jefe de Estado estuvo marcada por la transformación en la economía, con una gran apertura comercial y un intenso proceso de privatizaciones de empresas públicas.

También por las acusaciones de corrupción, que ha debido enfrentar en los tribunales en los últimos años, al tiempo que ejercía como senador.

El presidente Fernández destacó su carisma, dijo que fue “un hombre de la política, muy respetuoso, muy tolerante”, que “respetaba la opinión contraria”, y recordó que en “dictadura fue perseguido y encarcelado”.

Por el contrario, el diputado por el Frente de Izquierda Nicolás Del Caño destacó en su cuenta de Twitter que Menem fue en los 90 “el impulsor de las contra-reformas neoliberales que acentuaron el atraso y la dependencia del país con sus ‘relaciones carnales’ con EE.UU.”.

Menem asumió la presidencia con una economía en crisis con hiperinflación, y en su Gobierno dispuso una paridad de un peso igual a un dólar.

Un esquema que tuvo éxito durante su primer mandato, pero que según analistas sentó las bases de la crisis desatada en 2001.

Muchos de los seguidores de Menem que acudieron al velatorio recordaron la convertibilidad del peso y el dólar.

Sus detractores recuerdan que su años en el poder también estuvieron salpicados por denuncias de corrupción.