El transcendental acontecimiento de la muerte es un fenómeno de especial interés social desde tiempos antiguos. Estudios formales en varias disciplinas han dado lugar a un sinfín de especulaciones filosóficas, antropológicas, históricas y sociológicas en torno a este tema.

Los entierros humanos son un testimonio parcial de las diferentes costumbres y del simbolismo asociado con la muerte. Los antiguos mayas la concebían como un complemento y continuidad de la vida: la muerte, al igual que la vida misma, fue siempre de carácter animista y conformaba una vivencia distinta del ser que dejaba este mundo, pero también jugaba un papel importante entre los vivos, pues se veneraba a los ancestros de distintas maneras.

Lee también: La arqueomusicología maya

Las costumbres más comunes para enterrar a los difuntos consistían en colocar diversidad de ofrendas, tales como vasijas o recipientes cerámicos (que en algunos casos contenían algún tipo de alimento); “acompañantes” (como otros seres humanos y animales sacrificados); artefactos de distintos materiales (como piedras de jade, obsidiana o pedernal); huesos trabajados (tallados, etc.); y figurillas cerámicas, entre muchos otros.

Cada uno de esos objetos registraba una historia. Conformando un cúmulo de información que ahora es de utilidad para el estudio de las culturas y civilizaciones antiguas.

Las ofrendas, variaban en cuanto a cantidad y calidad en su manufactura y dependían de quién fue el personaje en vida. Era común que personas de alto rango en la sociedad fueran enterradas en edificios construidos específicamente para su “viaje eterno”, siendo estos de arquitectura suntuosa o recintos funerarios dentro de estos edificios cuyas paredes podrían haber estado delicadamente pintadas, decoradas con estuco o preparadas especialmente para guardar los restos de la persona fallecida.

Entierros de los mayas

Otras personas eran enterradas en sus casas. Por lo que cuando se realiza investigación de arqueología doméstica, es común encontrar enterramientos humanos en las áreas de habitación. Asimismo, hay entierros mucho más sencillos o sin ofrendas lujosas que también brindan valiosos datos.

El mismo esqueleto provee información muy importante. A través de los huesos se puede saber el tipo de dieta, enfermedades sufridas, lesiones, edad, sexo, lazos familiares, proveniencia y orígenes (migraciones, etc.) y las prácticas bioculturales.

Esto se realiza por medio de la observación o estudios químicos más complejos en los huesos. Las dos prácticas bioculturales principales son la modificación craneal y el limado de los bordes de los dientes. La primera consistía en alterar la forma natural del cráneo. La segunda era una forma de decoración dental en cuyo caso destaca la incrustación dental.