Editorial EntreCultura

“En Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango, apenas son las 5:00 de la mañana; el sol cadencioso, empieza a asomar entre las nubes y a coronar las altas montañas que enmarcan este bello poblado del occidente de Guatemala. Como todos los años, este amanecer del primer día de noviembre es el inicio de una jornada especial, llena de emociones, adrenalina, alegrías, recuerdos y también de un insospechado peligro, que dentro de pocas horas empezará a galopar sobre una pista de tierra, especialmente preparada para lo que será la Carrera de las Ánimas”…

En Guatemala, al igual que en muchos países latinoamericanos, la celebración del Día de Todos los Santos está cargada de ritos, música, sabores especiales de la época, pero especialmente de recuerdos y nostalgias, por aquellos amigos o parientes que se nos han adelantado al más allá.

Sin embargo, hay celebraciones muy especiales que, ante los ojos de miles de personas, poco o nada tienen que ver, pero que para las culturas que las realizan, están llenas de significados de identidad y prosperidad.

Carrera de las Ánimas

Dentro de estas se encuentra la famosa Carrera de las Ánimas, una tradición que nace según cuenta la historia en la Finca Chancol, Huehuetenango, donde los criollos guardaban los caballos. Cierto día un grupo de vecinos se organizó para pedir los animales a los españoles, pero estos se negaron al creer que no serían capaces de conducirlos.

“Con el paso de los días y luego de varias discusiones, los habitantes de Todos Santos Cuchumatán organizaron la carrera de las ánimas con el fin de demostrarle a los criollos que ellos eran capaces de domarlos. Los criollos aceptan el reto, pero como condición les dicen que les entregarán los caballos minutos antes de la carrera, con el fin de que el jinete no llegue a conocer al animal antes de montarlo”.

Te invitamos a conocer más sobre esta singular tradición guatemalteca en las páginas interiores de nuestra nueva edición.