Cada 1 de noviembre, al celebrarse el Día de Todos los Santos, los guatemaltecos rinden homenaje a sus seres queridos fallecidos con una colorida y sustanciosa ofrenda culinaria: el fiambre, un platillo que estará presente en la mayoría de los hogares del país.
Este alimento, símbolo de tradición familiar y mestizaje cultural, se sirve frío y combina una amplia variedad de embutidos, carnes, verduras encurtidas, quesos y una vinagreta conocida como “caldillo”.
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Una tradición familiar que perdura
Para Marta Soto de Bolaños, quien compartió su historia con EFE, la elaboración del fiambre es un ritual familiar ineludible que practica desde hace más de 30 años. Aprendió la receta de una tía fallecida y cada temporada repite el proceso con devoción.
“Comienza con la compra de las verduras, pues escogemos que estén frescas”, explicó. El proceso, que dura varios días, incluye cocinar cada vegetal por separado —ejotes, zanahorias, cebollas, habas tiernas, coliflor, pacayas y arvejas— antes de refrigerarlos y preparar la vinagreta para que las carnes absorban el sabor.
Además, la receta incorpora embutidos, espárragos, aceitunas y queso Kraft, ingredientes que aportan textura y color.

Raíces coloniales del fiambre
El origen del fiambre se remonta a la época colonial, con registros en crónicas del siglo XVII. El escritor José Milla y Vidaurre lo describió en 1861 como un plato “eminentemente nacional” que se come frío, lo que probablemente inspiró su nombre.
Existen varias teorías sobre su creación. Una de ellas sostiene que surgió tras el terremoto de Santa Marta en 1773, cuando la escasez de alimentos llevó a las familias a combinar lo que tenían disponible.
Otra versión apunta al Convento de Capuchinas, en la antigua Santiago de Guatemala. Según la historia, una monja cocinera improvisó un almuerzo con vegetales, huevos y salsa, dando origen a esta receta festiva.
Rojo o blanco: dos versiones del mismo legado
El fiambre tiene dos variantes principales: rojo y blanco. La diferencia radica en la presencia o ausencia de remolacha.
“El blanco solo la remolacha no lleva. De ahí, de todo”, comentó Soto de Bolaños, aunque reconoce su preferencia por añadir el vegetal para darle color y hacerlo más atractivo.

Más que un platillo, un símbolo de amor y memoria
Más allá del sabor, el fiambre representa una celebración de la memoria y del amor familiar. Con cada cucharada, los guatemaltecos honran la vida de quienes ya no están, preservando siglos de historia, cultura y tradición en un solo plato.

