Miles de devotos guatemaltecos viven una inédita Semana Santa sin procesiones debido al COVI-19. Además con la nostalgia de no poder salir a las calles este Sábado de Gloria para vivir los últimos dos días de la centenaria y arraigada tradición popular.

La suspensión de las celebraciones religiosas debido al COVID-19 dejó a miles de cucuruchos en casa. Sin la posibilidad de participar en una edición más de una de las tradiciones culturales más arraigadas en el país.

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“No solo es la fiesta religiosa por excelencia. Sino el fenómeno cultural y estético colectivo de mayor envergadura de Guatemala”, explicó a la Agencia EFE el cucurucho, poeta y editor de la editorial independiente Catafixia, Luis Méndez Salinas.

Méndez es un cargador de más de una decena de procesiones desde 2009, aunque por primera vez lo hizo diez años antes, a sus 12. Él observa características “estéticas culturales propias en las que se pone de manifiesto el proceso histórico del país. La fuerza, las tensiones, la riqueza y resistencia y hoy todo esto no pasó” describió.

Solo una procesión en Semana Santa

Pocas veces en la historia, desde la colonia y tras la independencia de la corona española, esta celebración cristiana se ha quedado huérfana en las calles de Guatemala.

Méndez asegura que en la Revolución Liberal, en 1871, se prohibió por última vez “por razones políticas”. Sin embargo en otros casos se mantuvo pese a las circunstancias, como el terremoto de febrero de 1976, que causó la muerte de 23 mil personas y destrozos en un tercio del territorio nacional.

Ahora con la pandemia del COVID-19 y la prohibición gubernamental de realizar actividades públicas pasó “lo que jamás imaginamos”, que se viviera una Semana Santa sin andas en las calles, sin el olor del incienso y la música de marchas fúnebres y procesionales, subrayó Méndez.

“No solo se perdieron las grandes procesiones de Antigua, la capital o Quetzaltenango, sino que en todos los municipios hay colectivos de gente participando. Por lo que es una gran fiesta nacional”, contó el escritor.

La única procesión que continuó su inquebrantable presencia fue la de Jesús de la Merced, el Viernes Santo. Esta únicamente realizada dentro de la iglesia por ocho cucuruchos cargadores vestidos con el gorro morado y con la presencia del padre de la iglesia de La Merced, en el centro histórico de Ciudad de Guatemala.

El turismo golpeado por la pandemia

Este sábado debían haber salido las procesiones de pésame, como la virgen de Soledad y las de resurrección del domingo. Estas “son mucho menos masivas, pero que empezaban a ganar cierto auge de personas”, en comparación a las principales de El Calvario, Los Milagros o La Merced.

El panorama silencioso de la atípica Semana Santa guatemalteca también es un golpe bajo para miles de comerciantes informales y el turismo. Estas actividades nutrían prácticamente todo el año con base en las ganancias de la época, y es también una de las principales postales que deja la pandemia del COVID-19.

En Guatemala, hasta el pasado viernes cuando se dio la última actualización de casos, se habían registrado 137 contagios, tres defunciones y 19 personas “recuperadas”.

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