Recuerdas que en el artículo anterior te pregunté ¿con qué hambre sueles comer?, y también te puse el ejemplo del porque el tamal sabe más rico en fiestas navideñas que en cualquier otra temporada del año. Pues bien, hoy te vengo a contar un poquito de cómo puedes distinguir si lo que tienes es hambre física o hambre emocional.

Para ello, quiero empezar explicándote en qué consiste el hambre física. También se le conoce como hambre real, y es aquella que sueles sentir en el estómago sintiendo un vacío o un agujero en él.

Si tú no atiendes ese llamado de tú cuerpo, éste sabiamente sigue hablándote y puedes empezar tener ruidos intestinales.

¿Qué sucede si sigues ignorando estas señales?

Conforme pasa el tiempo, tu hambre física se vuelve cada vez más intensa hasta que puedes llegar al punto en que ese vacío ya se acompaña con dolor, puedes llegar a presentar náusea, dolor de cabeza, cansancio, sueño e incluso te puedes poner de mal humor.

Cuando llegas a estos niveles es muy difícil comer de una manera tranquila y consciente, ya no tienes la capacidad de analizar y disfrutar los alimentos que vas a comer; en esos momentos lo único que quieres es comer sin importar qué, dónde y cómo.

Para evitar llegar a esos grados intensos de hambre, te recomiendo prestarle atención a tú estómago y comer justo cuando sientes ese vacío.

Hacerlo en esos momentos te permitirá comer con mayor facilidad de una manera consciente. Las tres respiraciones profundas que te recomendé en el primer artículo hazlas no sólo al principio sino también a la mitad de la comida, ello te ayudará a que la atención la sigas manteniendo en tu plato y poco a poco se te irá haciendo más fácil identificar si tu cuerpo necesita más alimentos.

Por otro lado, el hambre emocional suele sentirse repentinamente y por lo general se presentan ganas de comer algo en específico; algunas personas suelen sentir “ganas” de comer cosas dulces, otros, cosas saladas; pero hay personas que incluso sienten las ganas por un alimento en particular.

Las ganas de comer en su mayoría de veces se sienten en la boca. El hambre emocional surge a raíz de emociones, recuerdos, celebraciones, armonía, entre otras.

Cuando viene ligada a emociones desagradables, por ejemplo, tristeza o enojo, por lo general suele acompañarse con una actitud compulsiva y acelerada al comer, casi siempre, al finalizar invaden sentimientos de culpa.

¿Qué puedes hacer con el hambre emocional?

  • Haz una pausa. Antes de tomar el alimento respira profundamente.
  • Observa: Nota lo que estas sintiendo Pregúntate: ¿qué es esto que siento? ¿es realmente hambre? ¿qué acaba de pasar? ¿en dónde tengo mi mente?
  • Nombra lo que estás sintiendo. No tengas miedo de nombrar lo que sientes. Si lo que estás sintiendo es enojo dite a ti mismo: “esto que siento es enojo”
  • Identifica en qué parte del cuerpo sientes la emoción. “el enojo lo siento en ______”. (Esto te ayudará a poder identificar tu lenguaje corporal).
  • Analiza qué estrategias puedes hacer en lugar de comer para dejar que fluya de una manera adecuada tu emoción: puedes empezar escribiendo, la escritura es una terapia que te permite dejar fluir, crecer y reconocerte.

Si quieres conocer más acerca del hambre emocional te recomiendo sesiones con profesionales especialistas en psicología de la alimentación.

 


 

Para más información:

 

Carla Martínez Ponce
Especialista en Coaching Nutricional y Psicología de la Alimentación
Colegiado 3531
Tel. +502 5527-1966