Ubicada en El Salvador y detenida en el tiempo como si un rayo la hubiera congelado, el yacimiento arqueológico Joya de Cerén permanece casi intacta para contarnos su historia.

A partir de los estudios arqueológicos en el sitio precolombino de Joya de Cerén (El Salvador), sepultado por ceniza volcánica alrededor del año 600 y declarado Patrimonio de la Humanidad, los científicos han revelado aspectos sorprendentes sobre la organización social de los mayas.

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Hace alrededor de 1400 años, al igual que las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, la comunidad agrícola prehispánica de Joya de Cerén la sepultó la erupción de un volcán, ya desaparecido, y sus pobladores abandonaron repentinamente la villa, dejando allí sus viviendas y edificaciones, los artefactos y diversos materiales orgánicos.

En 1993 la UNESCO (whc.unesco.org/en/list/675) incluyó a este complejo de estructuras de piedra, compuesto sobre todo de restos de viviendas, vasijas y sembrados, situado en el Departamento de La Libertad, en su lista de sitios del Patrimonio de la Humanidad, gracias al perfecto estado de conservación de sus vestigios, que dan un testimonio único sobre la vida de los antiguos agricultores centroamericanos.

El poblado maya antiguo mejor conservado de toda América Latina, lo devastó el gas tóxico, golpeado por las bombas de lava y ahogado por una capa de 17 pies (5 metros) de la ceniza que cayó durante varios días después de que el volcán Loma Caldera, situado a menos de media milla (800 metros) de distancia, estallase hacia el año 660, según la UC-Boulder.

Cerén, hogar de 200 personas

Investigadores creen que Cerén, el hogar de cerca de 200 personas, y hasta ahora allí, “han sido excavadas una docena de construcciones, incluyendo viviendas, almacenes, talleres, cocinas, edificios religiosos y un sauna comunitario”, aunque aún se sospecha que aún podría haber uno o dos asentamientos similares bajos las cenizas del Loma Caldera.

“Hasta el momento, no han encontrado cuerpos humanos, una indicación de que un terremoto previo, posiblemente, haya dado a los residentes una señal de alerta para abandonar el poblado justo antes de la erupción”, según Sheets.

El grado de conservación de los vestigios arqueológicos es tan grande que los investigadores han podido ver las marcas de los golpes de dedos en los tazones de cerámica y también algunas huellas humanas en los jardines, que a su vez albergan los moldes de unos fantasmales tallos de maíz impresos en las cenizas volcánicas.

Los investigadores de la UC-Boulder también han descubierto techos de paja, mantas tejidas y ollas de frijoles llenas de comida, extraordinariamente preservados.

Palacios

“Algunos registros arqueológicos han documentado que sus élites vivían entre palacios, pirámides, templos y tumbas, que tomaban la mayor parte de las decisiones políticas y económicas en una región determinada, y exigían tributos o mano de obra a los poblados de dicha región”, según Sheets.

Pero en Cerén, los aldeanos parecen haber tenido vía libre en cuanto a su arquitectura, a la selección de los cultivos, a las actividades religiosas y a la economía, y “no encontramos prácticamente ninguna influencia y ciertamente ningún control de la vida diaria de los plebeyos por parte de las élites”, según Sheets, quien está dirigiendo las excavaciones aún en curso.

La única relación que los plebeyos de Ceren tenían con la élite maya era indirecta y a través de las transacciones del mercado público en el Valle de Zapotitán, donde los agricultores intercambiaban sus excedentes de cultivos o sus artesanías hechas a mano, por artículos muy codiciados como hachas de jade, cuchillos de obsidiana y coloridas macetas policromadas, traídas desde largas distancias, según la UC-Boulder.

El legado de un volcán desaparecido

La erupción del volcán Loma Caldera, ubicado al noroeste del volcán de San Salvador, es la primera reseñada por la cronología del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador y, según este registro, consistió en una “emisión de ‘piroclastos’ (fragmento sólido de material volcánico expulsado) que dan lugar a la ‘tefra’ (diversas partículas de lava, cenizas y roca volcánica) de Joya de Cerén.

“Una chimenea del volcán Loma Caldera enterró Cerén hacia el año 660”, explica Sheets a Efe, pero hoy no puede apreciarse, como en el caso del monte Vesubio cuya erupción sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano en el año 79, porque “no era propiamente un ‘edificio’ antes de la erupción, sino más bien un respiradero volcánico, una fisura, situada bajo un río”.