El lenguaje, una sucesión de sonidos aceptados en el tiempo para dar sentido a la comunicación, no es exclusivo de los seres humanos. Los animales también tienen sus fórmulas para ‘hablar’ entre ellos mediante registros propios de cada especie.
Rafael Márquez, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MCN), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y fundador y responsable científico de la Fonoteca Zoológica, explica a EFE por qué se comunican los animales y ‘qué se dicen entre ellos’.
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Rafael Márquez creó la Fonoteca Zoológica a principios de la década de los años 90, con el fin de servir de apoyo para aquellos que realizan trabajos de estudio con animales.
Centrada en los sonidos emitidos por los animales, la colección está organizada de tal forma que se pueden buscar taxonómicamente, es decir, mediante una organización ordenada y jerárquica de las especies, a la que se puede acceder por internet, en la web fonozoo.com.
Todas las grabaciones del mundo
El investigador señala que “la colección se compone de dos bloques, por un lado, publicaciones ya editadas que habían sido grabadas en CD o casetes, o más antiguas, en vinilo y, por otro, las grabaciones realizadas por investigadores que, como yo, trabajamos en el campo del sonido de los animales, para una vez que estén clasificadas e identificadas puedan estar disponibles para otros estudios”.
La fonoteca del MCN ha conseguido recopilar todas las grabaciones publicadas en todo el mundo hasta la fecha, que se compone de 1 mil 295 volúmenes con sonidos de animales de todo el planeta, y cuenta con más de 41.965 registros.
De ranas y sapos
“En total tenemos las grabaciones de 10 mil 600 especies, de los que 1 mil 300 son anfibios. De esta forma, la Fonoteca del MCN se ha erigido en la primera del mundo en cuanto a su compilación de sonidos emitidos por anfibios, entre ranas y sapos”, subraya Márquez.
“Las grabaciones de sonidos de anfibios más actuales proceden, básicamente, de Madagascar y América Latina, donde hay mucha diversidad biológica y, por lo tanto, mucha más riqueza, sobre todo en Brasil”.
El científico reflexiona sobre los cantos más agradables al oído humano y señala que “hace unos años se realizó un concurso en internet a nivel global para determinar cuál era ese sonido. En este proyecto se presentaron varios paisajes o ambientes sonoros, entre los que se encontraban cosas tan curiosas como la risa de un bebé humano y, curiosamente, el que recibió más votos fue el de unos coros de cantos de ranas de Borneo”.
Los 200 cantos del ruiseñor
En cuanto a riqueza del canto, Márquez se la atribuye al ruiseñor. “Esta pequeña ave tiene más de 200 cantos distintos que emite por la noche en solitario y que resulta ser uno de los cantos más bellos”.
Además, el biólogo mantiene que, en el mundo de las aves, los 200 cantos distintos del ruiseñor hacen que esta ave posea los de mayor complejidad, porque “para un pajarito que pesa unos poquitos gramos supone un esfuerzo enorme”.
“Quizás el lenguaje de los delfines, que se está descubriendo poco a poco, sea otro de los que posean mayor complejidad. Entre los descubrimientos del lenguaje de este mamífero marino está el de haber comprobado que emiten un silbido que representa su identidad”.
La comunicación y el sexo animal
Según el biólogo del CSIC, “el mensaje clásico y esencial del animal es identificarse como especie. Además, casi todos los cantos de los machos tienen como finalidad trasmitirlos a las hembras para que les resulten atractivos, y hacer una llamada de atención al resto de los machos para que no se acerquen durante el ‘idilio’”.
Pero, para el investigador, el hecho de que exista un sistema de comunicación entre los animales y que este sea más o menos elaborado, no significa que tengan inteligencia, porque “el concepto de inteligencia es muy difícil de aplicar a los animales, a pesar de que todas las aves de canto tienen una capacidad de aprendizaje muy importante”.
Según Márquez, las aves que tienen los cantos más elaborados lo aprenden y, de hecho, a veces, cuando los aíslas y no escuchan nunca un canto de su propia especie, no pueden aprenderlo.
Sin embargo, dice el investigador, “es curioso porque, para aprenderlo, algunas aves tienen que haberlo escuchado cuando son pequeños, que es cuando tienen que estar expuestos a los cantos de su propia especie y, al crecer, se acuerdan de ellos”.
Los peces y los mamíferos marinos también tienen su propio lenguaje porque, además, “el agua trasmite muy bien el sonido y estos utilizan muchísimo la comunicación acústica, aunque la de los peces haya sido menos estudiada por la dificultad de una metodología para grabar dentro del agua”.
“La comunicación existe en el mundo mientras exista el sexo. Hay comunicación en la selección de pareja, también hay casos de comunicación entre padres e hijos o entre integrantes de la misma especie, pero el lenguaje fundamental y más sofisticado es el del reconocimiento entre el macho y la hembra”, concluye Rafael Márquez.