La pandemia de COVID-19 se agrava cada día en África, donde los contagios y muertes se están acelerando. Para las y los niños esto significa perder a padres/madres y abuelos/as que se ocupan de ellos. Así como mantenerse apartados del sistema escolar que les brinda cierta protección frente a distintos tipos de abusos.

“Al ritmo actual de infecciones, esta ola excederá la anterior en cuestión de semanas. Esto debido a que las variantes existentes son más contagiosas, la vacunación en el continente es muy lenta y los hospitales están desbordados”, describió James Elder, portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia -Unicef-, a la prensa acreditada ante la ONU en Ginebra.

Lee también: OMS teme que la pandemia empeore en África

La situación es particularmente alarmante en Sudáfrica y países aledaños. Con una población de 57 millones de personas, solo 2,5 millones de sudafricanos han recibido al menos una dosis de alguna de las vacunas disponibles contra el COVID-19.

Elder dijo que en Namibia, un país de 2,5 millones de habitantes, cada día hay 1 mil nuevos casos y 30 decesos. Mientras que en Uganda se ha reportado un aumento del 2.800% de nuevos casos entre marzo hasta la fecha, según Unicef.

Esta situación está llevando a que las autoridades de varios países vuelvan a ordenar el cierre de las escuelas. Sin embargo, los colaboradores del organismo en el terreno han constatado que esto provoca estrés en los niños, además de contribuir al empeoramiento de las cifra de violencia de género, de embarazos entre adolescentes y de trabajo infantil.

Efectos de la pandemia

Desde el inicio de la pandemia, los organismos internacionales han calculado que 50 millones de personas en África han caído en situación de pobreza.

En esta circunstancias, Unicef pidió que los gobiernos hagan todo lo posible para mantener las escuelas funcionando aplicando los protocolos sanitarios necesarios.

No obstante, el organismo recordó que la única salida de la pandemia es extender la vacunación y hacerla accesible a los países más pobres.

Y la única manera de lograrlo es que los países con suficientes recursos apoyen el mecanismo COVAX para un acceso equitativo a las vacunas. Ya sea donando dosis que han comprado o haciendo contribuciones financieras.