Entre el 11 de marzo y el 14 de abril de 1920 guatemaltecos de las principales poblaciones del país, como Mixco, Chicacao, Zacapa, Gualán, Chiquimula, Jutiapa, Chichicastenango, Totonicapán, La Antigua Guatemala, Sanarate, Zaragoza, Patzún y Tecpán, entre otras, lucharon contra el gobierno dictatorial de Manuel Estrada Cabrera, aunque el mayor sufrimiento lo padeció la ciudad de Guatemala.

Durante 22 años, Estrada se mantuvo en el poder gracias a un efectivo sistema de espionaje, para el que mandó traer un especialista estadounidense; dividió al Ejército; atemorizó a las élites e intervino en la economía.

Sin embargo, la clave de su poder fue el apoyo que le dio el gobierno estadounidense, que se granjeó gracias a que favoreció al empresario Mynor Keith, a quien le concedió los ferrocarriles guatemaltecos por 99 años, el telégrafo y 580 kilómetros cuadrados en Izabal, para formar la United Fruit Company, así como exenciones fiscales.

Keith incrementó notablemente su fortuna y apoyó incondicionalmente a Estrada, especialmente en la época en que Keith tenía que competir con otro estadounidense establecido en Honduras, Samuel Zemurray. Por ello se fijó la frontera entre ambos países.

Además, su gobierno dio cierta estabilidad en una época difícil para Estados Unidos: la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana y, sobre todo, la construcción del Canal de Panamá.

Artillería en La Palma, durante los enfrentamientos finales que desembocaron en la renuncia del mandatario. (AC-MH)

Sin embargo, la élite guatemalteca estaba preocupada por la corrupción estatal. Por otra parte, los obreros estaban principalmente molestos por trabajar en forma coaccionada y gratuita para el gobierno.

Los obreros estaban organizados en asociaciones, gremios y ligas por el propio Estrada, a quien le servían como argumento para sus reelecciones fraudulentas, como cuando ganó con 500 mil votos y solo había 350 mil votantes.

Así, en 1920 un pequeño grupo de miembros de la élite; José Azmitia, Tácito Molina, Eduardo Camacho, Julio Bianchi, Emilio Escamilla y Manuel Cobos, consiguieron el apoyo de banqueros, finqueros, exportadores, grandes comerciantes, junto a obreros, profesionales, maestros, pequeños comerciantes y, sobre todo, estudiantes.

Convencieron al recién llegado representante de Estados Unidos, Benton MacMillan, de la necesidad de un segundo partido político, lo que al norteamericano le pareció lógico.

La revaluación, por problemas económicos, se dio tanto en billetes, como en estos sellos postales. Descontento, terremotos y enfermedades lograron acabar con el régimen (RB)

Con este respaldo, lograron inscribir dicho partido, llamado Unionista, y el 11 de marzo organizaron manifestaciones pacíficas y muy ordenadas, tipo desfile, en todas las cabeceras y varias poblaciones, para solicitar elecciones democráticas.

Como era de esperarse, Estrada ordenó disolver las manifestaciones con violencia.

Por ejemplo, en la Avenida de La Reforma capitalina hubo muertos y heridos; se apresó a las damas en Mazatenango y así el resto del país.

La Semana Santa de ese año detuvo los incidentes, pero, el 8 de abril, el Organismo Legislativo declaró a Estrada incapaz de gobernar.

El ya ex presidente se acuarteló en su casa, situada en la actual zona 5, y ordenó que los fuertes de San José y Matamoros y la Penitenciaría se atacara a la población, mientras se lanzaban proyectiles contra la ciudad, para destruir el banco donde estaba el tesoro del país, situado en la 7ª Avenida y 12 calle de la actual zona 1.

Estrada Cabrera y su gabinete. Al final el esparcimiento del Partido Unionista logró desenraizar la dictadura (RB)

En el resto de poblaciones también hubo resistencia de las autoridades, pero los hechos violentos fueron menos dramáticos.

Por fin, el 14 de abril de 1920, cuando se le acabaron las municiones, Estrada se rindió, ante el embajador MacMillan, lo que lo mantuvo a salvo.

Lamentablemente, los libros de historia ocultaron los hechos pues el autor de los textos usados desde 1922 hasta 1944, había sido funcionario de Estrada y prefirió ocultarlos para evitar que los jóvenes pudieran tomarlos como modelo y organizarse para enfrentar a los tiranos.

Han pasado 100 años, pero Guatemala ha demostrado que puede sobrellevar muchos problemas, siempre que la unión entre sus pobladores se mantenga.