La estancia de Diego Armando Maradona, fallecido este miércoles a los 60 años, en Barcelona, donde permaneció 700 días, le marcó para siempre, porque dio sus primeros pasos en el fútbol europeo, pero también en el mundo de la droga como él mismo reconoció mucho tiempo después en una entrevista.

Llegó a Barcelona el 4 de junio de 1982, en una operación en la que el club azulgrana invirtió tiempo y mucho dinero. Dos figuras resultaron clave en la operación, el fallecido vicepresidente azulgrana Nicolau Casaus, y el representante futbolístico Josep Maria Minguella.

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Recuerda Minguella que la primera vez que vio al jugador fue en 1977 y por casualidad, cuando asistía a un partido de Argentinos Juniors para seguir a un extremo que pretendía el Burgos.

“Fue el primer fichaje grande en el que intervine y para conseguirlo hice más viajes que Aerolíneas Argentinas”, recuerda Minguella en “Fútbol Club Maradona”, un documental producido hace un tiempo por Movistar.

El traspaso de Maradona en 1978

Inicialmente Argentinos Juniors, poseedor de la licencia del jugador, pidió 100 mil dólares por su traspaso en 1978, que se convirtieron en seis millones de euros cinco años más tarde.

La operación se había cerrado tiempo atrás -1981-, pero la vetó un representante de la dictadura argentina, el almirante Carlos Alberto Lacoste.

“Me dijo que la patria lo necesitaba para el Mundial -de 1978-“, recuerda Minguella. El Barça pagó aquella cantidad en una época en la que un coche valía 600 euros, que el salario base era de 154 euros y que un café costaba doce céntimos de euro.

Sin embargo, el Barça amortizó la operación Maradona prácticamente antes de que el jugador comenzara a jugar. En el vestuario del Barça, llamó la atención su enorme técnica individual, cómo era capaz de dar más de 200 toques a unas medias de fútbol enredadas o a un limón, y también que el Camp Nou se llenaba media hora antes de los partidos solo para ver sus malabarismos en el calentamiento.

Barcelona

Una hepatitis en su primer año, que en realidad pudo tratarse de una enfermedad venérea, y un grave lesión en el segundo cortaron la progresión de Maradona en Barcelona, equipo con el que jugó 58 partidos y marcó 38 goles. En esos dos años, el Barça consiguió una Copa del Rey, una Copa de la Liga y una Supercopa de España.

La tangana tras la final de Copa del Rey en 1984 ante el Athletic, con un ambiente enrarecido, porque se medía el Barça de Maradona con el equipo en el que jugaba Goikoetxea, el jugador que lo había lesionado meses atrás, fue su último partido como azulgrana.

Minguella recuerda que Maradona no quería irse del Barça ni de Barcelona, pero que se tuvo que ir cuando supo que Josep Lluis Núñez, el presidente de la entidad por aquel entonces, quería venderle. “Cuando se entera que quieren venderle, se molesta”, aseguró.

Quince días después de aquella final de Copa, Maradona ponía rumbo a Nápoles, a cambio de 1.200 millones de pesetas, 200 millones más de los que pagó el Barça.

Italia

En Nápoles, Maradona se convirtió en un dios. hizo un equipo campeón desde la nada y conquistó dos Scudettos, 1 Copas de Italia, 1 Supercopa de Italia y 1 Copa de La UEFA.

También en Barcelona, Maradona vivió una etapa de claroscuros que se conoció con el paso del tiempo. En una entrevista al ‘Canale 5’ de la cadena italiana Mediaset, admitió que la primera vez que consumió drogas fue en su etapa en el Barcelona cuando tenía 24 años y consideró que fue “el error más grande” de su vida.

“Tenía 24 años cuando consumí droga por primera vez. En Barcelona. Ha sido el error más grande de mi vida”, reconoció en enero de 2017 Maradona.