Al igual que las armas y el tipo de protección, las estrategias eran lo que más los diferenciaba de sus enemigos al momento de encontrarse cara a cara.

La dinámica social y económica de la población que habitó lo que hoy es México, Guatemala, Belice, El Salvador y el occidente de Honduras, se basó en las relaciones diplomáticas, el comercio y la religión. Esto implicaba también guerras y conquistas, cuyas escenas podemos ver en innumerables ejemplos de la antigüedad, como figurillas, vasijas pintadas, estelas, murales y otros monumentos que ilustran figuras de reyes en combate, procesiones de guerreros y hasta cautivos.

Lee también: Rabinal Achí, la danza maya que sobrevive al paso del tiempo

Mucho se ha hablado de la guerra en la época prehispánica (antes de la llegada de los españoles), especialmente en lo que se refiere a armamento y estrategia militar. Sin embargo, aunque podrían compartir el tipo de armas y la forma de protegerse, la estrategia podría variar de acuerdo a la cultura y la época.

Murales de Bonampak

Sobre los mayas del Clásico (250-900 d.C.) cuyo territorio abarcaba la península de Yucatán y Chiapas en México; Petén y el oriente de Guatemala; y el oeste de Honduras y El Salvador, se conocen escenas famosas como los Murales de Bonampak, con una procesión de guerreros y cautivos impresionante.  Varias estelas talladas en piedra también muestran gobernantes ataviados ricamente en vestimenta de combate, así como la captura de nobles y plebeyos, algunos con sus nombres y títulos identificados con jeroglíficos.

Tiempo más tarde, con la llegada de los europeos a principios del siglo XVI (1500’s) los españoles encontraron grupos locales altamente bélicos que les dieron dura batalla, a pesar de que los recién llegados traían un armamento más sofisticado (que incluía armas y armaduras de metal) y contaban con el apoyo de caballos y perros de combate (a los cuales los nativos hubieron de adaptarse para poder combatir).

Entre los grupos que tuvieron cruentas batallas con los españoles se puede mencionar a los Quichés, Kaqchikeles y Tzu’utujiles (en lo que hoy es Guatemala) y a los Aztecas del centro de México.

Otro grupo que se hizo notar fueron los Tlaxcaltecas, un antiguo pueblo asentado en lo que hoy es el estado de Tlaxcala, México. En los siglos XIV y XV, Tlaxcala floreció como un importante señorío y fue uno de los pocos pueblos que el imperio Azteca nunca pudo someter totalmente. A la llegada de los españoles, aprovecharon para derrotar al imperio Azteca, aliándose a los europeos y fueron fieles compañeros de armas de las tropas de Hernán Cortés, participando en la conquista de los territorios de México y Guatemala.

Embed from Getty Images

El armamento

Estudios arqueológicos han logrado establecer que los primeros indicios de guerra en Mesoamérica aparecen hace más de mil años, con los olmecas, quienes ya habían desarrollado mazos y lanzas parecidas a las jabalinas.

Aparentemente, hacia 900 a.C. aparecieron las hondas de cuero que se giraban con el brazo extendido, sobre el hombro, para lanzar piedras u otros proyectiles a mayor distancia. Para el 400 a.C. ya se usaban grandes escudos rectangulares que protegían del impacto de los mazos y las hondas.

La estrategia militar cambió drásticamente con Teotihuacán, la poderosa ciudad del centro de México que tuvo mucha influencia en los alrededores, en el altiplano central de Guatemala (especialmente Kaminaljuyú), la costa del Pacífico y varias ciudades de Petén. Los teotihuacanos implementaron el uso de escudos más pequeños, que se usaban en el antebrazo y permitían a los lanceros mayor movimiento. Los lanceros se hacían acompañar de otros soldados, con escudos rectangulares más grandes yatlátll o lanza dardos, lo que indica que ya había unidades especiales que se apoyaban mutuamente, dejando entrever una organización militar que requería de un mayor número de fuerzas.

Cuando los españoles llegaron a América encontraron a los indígenas portando varias armas hechas de materiales locales, cuya existencia y uso se tiene documentado desde principios del periodo Clásico (250-900 d.C.).

Atlatl o Lanzadardos

  • Arma de largo alcance que fue utilizada para arrojar lanzas y dardos con potencia y precisión. El Atlatl estaba hecho de un tronco ahuecado con una copa en el extremo que tiene el dardo en su lugar y lo impulsa hacia adelante. El brazo para lanzar del arma se podía extender, lo que permitía un mayor apalancamiento para tirar con la mano. Esto permitía que el dardo se lanzara con más velocidad.

Para golpear

  • Mazo de piedra o de madera
  • Hacha
  • Macana
  • Manopla

De corte

  • Cuchillos: hojas afiladas de obsidiana o pedernal, unidos a un mango de madera

Perforadoras

  • Lanza: La lanza estaba hecha de una hoja o punta corta, hecha de piedra, unida al extremo de un mango de madera largo o eje.

Accesorios de protección

  • Yelmos o cascos
  • Gorros de tela
  • Trajes acolchados
  • Escudos y rodelas

Accesorios simbólicos

  • Máscaras: hechas en forma de cabezas de animales predadores, como felinos y aves rapaces (águilas, halcones). Acompañaban disfraces completos.
  • Disfraces: generalmente hechos para semejar animales predadores. De ahí los “guerreros jaguares” o “guerreros águilas” encontrados por los españoles en territorio mesoamericano.

Fuentes

  • Grier Varner, John and Jeannette Johnson Varner. 1983. Dogs of the Conquest. University of Oklahoma Press.
  • Hassig, Ross. Abril 2007. “La Guerra en la Antigua Mesoamérica” en Arqueología Mexicana (núm. 84: pp. 33.40).
  • Landa, Fray D. de;  1959. “Relación de las Cosas de Yucatán”. Introducción de Angel María Garibay; 8ª edición. Editorial Porrúa, México.
  • Sahagún, Fray B. de; 1988. “Historia General de las Cosas de la Nueva España; Códice Florentino”. Sociedad Quinto Centenario y Alianza Editorial, S.A., Madrid. 2 vols.