l Cinco mujeres de Centroamérica llegaron hasta Washington para denunciar la desaparición de miles de migrantes en la ruta hacia Estados Unidos. Y reclamar el cese de las deportaciones.

Una esquina entre las calles East Capitol y First, frente a la sede del Congreso, sirvió de escenario para que esas mujeres expusieran sus historias al congresista demócrata de origen mexicano Raúl Grijalva.

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El legislador fue el encargado de recibir a las integrantes de la primera caravana de madres de migrantes desaparecidos que llega a la capital estadounidense. Que también quieren denunciar la militarización de las fronteras ordenadas por los Gobiernos de Centroamérica y México para frenar la migración irregular.

Además, pidieron a los Ejecutivos medidas para frenar la violencia y atender la pobreza y la falta de oportunidades que obligan a miles de personas a dejar sus lugares de origen.

Procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, estas cuatro madres y la hermana de migrantes que desconocen su paradero reclamaron apoyo para su búsqueda.

Esos países integran el llamado “Triángulo Norte de Centroamérica”, una de la zonas que más expulsa inmigrantes hacia territorio estadounidense.

Relatan tristeza por la desaparición de migrantes

“Estamos muriendo en vida. No tenemos paz. Día y noche los tenemos en nuestro corazón y el único deseo es encontrarlos”, dijo la salvadoreña Aracely de Mejía, madre de migrante Edwin Alexander Colindres Ramírez, de quien no tiene noticias desde hace nueve años.

Las mujeres solicitan respaldo para buscar a sus parientes en hospitales, cárceles y en las calles, donde, aseguran, que fueron localizados muchos de los desaparecidos.

“Que nos escuchen, que no nos hagan invisibles”, remató De Mejía, al asegurar que son madres “pidieron una respuesta”.

También desde El Salvador partió Bertila Parada. Cuyo hijo Carlos Alberto Osorio Parada, desapareció el 27 de marzo de 2011 y su cuerpo fue recuperado entre los 196 cadáveres hallados en fosas comunes en San Fernando, Tamaulipas, ese año.

“El anhelo de mi hijo era llegar a este país para apoyar a sus padres, a una niña que estaba ya por nacer”, dijo esa mujer. Quien explicó que, pese a que el sueño de su hijo “se truncó”, ha decidido continuar apoyando a miles de madres.

“Son madres que están muriendo de enfermedades crónicas. Del dolor de la pérdida de sus hijos y por eso me he quedado. No porque sea fuerte, sino que veo la necesidad”, indicó Parada, al tiempo que instó a que se abran las fronteras. Para evitar “tanto miles y miles de migrantes desaparecidos”.

Ella vive separada de su otro hijo, quien reside en Estados Unidos y es beneficiario del Estatus de Protección Temporal. Un amparo migratorio que le permite permanecer en el país. Aunque 21 años después todavía no ha tenido acceso a la condición de residente o a la ciudadanía.

“Es una angustia. Es un dolor constante de saber que pueden regresar a El Salvador”, confiesa sobre su hijo y dos nietos que viven en territorio estadounidense, ya que llegó como migrante.