Los Juegos Paralímpicos de París alzaron el telón tras una ceremonia de inauguración cargada de simbolismo. Bajo el lema “de la discordia a la Concordia”, la llama del mayor movimiento deportivo de personas con discapacidad iluminó el cielo de la capital francesa. Este acto mandó un mensaje sobre la importancia de la inclusión.
Por primera vez en la historia de los Juegos Paralímpicos, la ceremonia de inauguración se celebró fuera de un estadio. El escenario fue la explanada de los Jardines de las Tullerías, en la Plaza de la Concordia.
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Alexander Ekman, coreógrafo elegido por el director artístico de París 2024, Thomas Jolly, quiso mandar un mensaje poético y sensible al mundo. Su coreografía expuso “una paradoja entre una sociedad que pretende ser inclusiva, pero que sigue llena de prejuicios hacia las personas con discapacidad”.
La coreografía, acompañada por el vuelo de los Alphajet del ejército francés, narró la historia de dos grupos que pasan “de la discordia a la Concordia”. Utilizaron la creatividad como medio para salvar la distancia que los separaba, fusionando danza, arte y deporte.
— Los Juegos Olímpicos (@juegosolimpicos) August 29, 2024
Un marco histórico y un mensaje de inclusión
Unos 50,000 espectadores vibraron en las gradas de la Plaza de la Concordia. Este lugar fue elegido por su componente histórico. Originalmente llamada Plaza de Luis XV, fue escenario de eventos simbólicos de la Revolución Francesa, como la ejecución del rey Luis XVI. La plaza simboliza el paso de la discordia revolucionaria a la búsqueda de la concordia nacional, con el obelisco como testigo de esta transición.
Una de las primeras secuencias de la ceremonia inaugural fue un cortometraje protagonizado por Théo Curin, nadador francés y miembro de la Comisión de Atletas de París 2024. Al volante de un taxi, Curin entró a la plaza rodeando el escenario.
La música también jugó un papel especial durante la ceremonia. Chilly Gonzalez tocó el piano, mientras la artista francesa Christine and the Queens interpretó una nueva versión de la canción de Édith Piaf ‘Non, je ne regrette rien’. El DJ francés Myd amenizó el desfile de los 167 países y del equipo de refugiados.
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Récord de delegaciones y debut de nuevos países
Esas 168 delegaciones, récord histórico de participación, superan el récord anterior de 164 en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y Tokio 2020. Tres países (Eritrea, Kiribati y Kosovo) debutaron en esta edición.
Hora y media fue el tiempo que tardaron en desfilar todas las delegaciones nacionales. Estas pasaron por los Campos Elíseos, abarrotados de gente, antes de llegar a la Plaza de la Concordia. Allí, recibieron el cariño de los asistentes, diseminados por siete gradas supletorias.
El delirio llegó con la entrada a la plaza de la delegación francesa. Esta vino acompañada de tres canciones que pertenecen al imaginario colectivo galo: ‘Que je t’aime’, de Johnny Hallyday, ‘Les Champs-Élysées’, de Joe Dassin, y ‘Emmenez moi’, de Charles Aznavour. La gran mayoría de asistentes entonaron estas canciones.
Celebración de la historia del movimiento paralímpico
Otro de los grandes momentos de la ceremonia llegó con la proyección de un vídeo. Este recorrió la historia del movimiento paralímpico desde 1948 y los primeros acontecimientos deportivos organizados en un hospital de Stoke Mandeville (Inglaterra) a cargo del médico judío Ludwig Guttman.
Ese vídeo antecedió al izado de la bandera francesa, con la ‘Marsellesa’ sonando por los altavoces. La interpretación estuvo a cargo del Ensemble Matheus, con una adaptación del compositor Víctor le Masne.
Los discursos de los dirigentes tuvieron un tono reivindicativo. El presidente del Comité Paralímpico Internacional, el brasileño Andrew Parsons, se mostró esperanzado en que “en uno de los momentos más críticos de la historia reciente por los conflictos globales” los Juegos provoquen “una revolución de inclusión e igualdad basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad”.
“225 años después de que la Plaza de la Concordia fuera el centro de la Revolución Francesa, espero que los Juegos Paralímpicos de París provoquen una revolución de inclusión en Francia y en todo el mundo. Esta noche, los valores que definen la sociedad francesa tienen más significado que nunca”, comentó Parsons.
El poder transformador de los Juegos Paralímpicos
Por su parte, Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de París 2024, declaró que “hay pocos eventos como este que puedan hacer un mundo mejor”. Aseguró que “la revolución paralímpica, suave, sirve para transformar” a la sociedad.
“Los Juegos Paralímpicos tienen un poder incomparable, no solo para emocionarnos, sino también para transformarnos. Gracias por darnos esta oportunidad única de revolucionar la manera en que vemos el mundo”, confesó.
Las palabras de los dirigentes marcaron el tramo final de la ceremonia, donde de nuevo la música fue protagonista con varias piezas instrumentales, justo antes del momento que todo el mundo esperaba.
Encendido del pebetero y cierre de la ceremonia
La bandera paralímpica la subió al escenario el astronauta británico de la Agencia Espacial Europea, John McFall. McFall, paralímpico en Pekín 2008 y medallista de plata en atletismo, en los 100 lisos, se prepara para ser el primer hombre con discapacidad que viaje al espacio.
Al ritmo del famoso bolero de Maurice Ravel, la antorcha llegó al Jardín de las Tullerías. Los últimos relevistas, entre ellos el nadador francés Florent Manaudou, el tenista en silla Michaël Jeremiasz, la remera estadounidense Oksana Masters y el atleta alemán Markus Rehm, acercaron la llama al pebetero.
Los encargados de encenderlo fueron los abanderados franceses Alexis Hanquinquant y Nantenin Keïta, junto con otros tres deportistas galos: Charles-Antoine Kouakou, Elodie Lorandi y Fabien Lamirault.
El pebetero encendido mostró una imagen para la historia. La llama lucía con un telón de fondo formado por la Torre Eiffel, iluminada en una noche clara y sin nubes.
Los fuegos artificiales pusieron el colofón a la gran fiesta del movimiento paralímpico. La velada concluyó con la canción ‘Je t’aime moi non plus’, la famosa composición de Serge Gainsbourg en 1969, interpretada con Jane Birkin, que pasó a la posteridad.