Los guatemaltecos tenemos una bebida que además de calentarnos el alma nos hace sentir orgullosos de pertenecer a esta tierra llena de sabores únicos, el delicioso atolito del día, la bebida que desde la cuna nos acompaña.

Nutritivos, energizantes, curativos y sagrados, así son los atoles, esas bebidas espesas que nos tomamos bien calientitas para iniciar el día con ganas y que han pasado de generación en generación como uno de los principales alimentos de los guatemaltecos.

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Hablar del origen del atol no es posible si nos referimos a un solo lugar, pues estas bebidas ricas en féculas y muy populares en los distintos niveles sociales tienen un origen múltiple. Lo cierto es que en nuestro país hay un gran legado ancestral de atoles prehispánicos, otros que surgen con la colonia y otros de descendencia afrocaribeña.

La palabra atol tiene sus orígenes en el náhuatl atolli que significa aguado. En la época prehispánica, preparaban el atol simplemente hirviendo masa de maíz hasta espesar, condimentada con cacao y chiles. Hernán Cortes en sus Cartas de Relación lo distinguía como una bebida muy energética; aunque este estilo de atol no fue de particular gusto para los españoles, por lo que fue modificado agregándole leche o simplemente agua.

Maíz nixtamalizado

La mayoría de atoles se hacen de maíz nixtamalizado como en el caso del atol blanco, atol shuco o atol de masa, pero también los hay de maíz tostado o molido como los pinoles y otros que no precisamente son de maíz como el atol de haba, atol de plátano o el de arroz que aparecen durante la época de la Colonia.

El investigador Luis Villar Anleu, asegura que los atoles tienen tanto sentido en la dieta y costumbres de los guatemaltecos, que a su alrededor se ha establecido un comportamiento alimentario definido. En el caso del mosh, que es un atol a base de avena, por lo general se toma constantemente en el desayuno y el atol blanco se ha establecido como bebida irrenunciable de obreros, oficinistas y profesionales a mitad de la mañana en cualquier puesto callejero de las alegres atoleras.

Hay atoles con significado sagrado como el Ixpasa, el Chilate o el Pinol que no faltan en alguna celebración.

Una actividad familiar que se han convertido en toda una tradición de fin de semana, es pasar por San Lucas Sacatepéquez degustando un delicioso atol de elote acompañado de unas tostadas con frijol, guacamol o salsa.

Dentro de las vinculaciones culturales de este tipo de bebidas resalta una costumbre muy singular de acuerdo con Villar Anleu, que es: el meneado del atol. Vaya usted a saber si es por revolverlo bien o enfriarlo, pero lo cierto es que no hay guatemalteco que no tenga esa habilidad para mover la taza en pequeños círculos al aire con tanta espontaneidad.

Con esta lectura nos queda más que claro que a los chapines nos corre atol en la sangre, por eso somos chispudos y buenos para sacar el chance.

Referencia

1-Villar A. Luis. La Cocina Popular Guatemalteca, mitos, hechos y anécdotas. Editorial Universitaria. Universidad de San Carlos de Guatemala. 2014. 2da Edición. Guatemala C.A.