Al menos seis personas murieron en Nicaragua a causa de las intermitentes lluvias y fuertes vientos ocasionados por el huracán Iota.

Entre los seis fallecidos hay dos menores de edad, uno de 11 y otro de 8, que eran hermanos; fallecieron cuando intentaban cruzar un río crecido.

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La vicepresidenta del país, Rosario Murillo, dijo a través de medios oficiales que los menores perdieron la vida en una comunidad rural del departamento de Carazo, cuando intentaron cruzar el río Solera, que se encuentra desbordado por las lluvias.

Otras dos personas, padre e hijo, perecieron soterradas en una comunidad del municipio de Wiwili, departamento de Jinotega, por un derrumbe de tierra.

Los fallecidos son Carlos y Francisco Carazo, quienes se encontraban en un albergue; ellos regresaron a su casa a traer pertenencias, cuando fueron sorprendidos por el derrumbe de tierra.

En ese mismo departamento falleció Carlos José López Méndez, quien estaba en estaba en estado de ebriedad cuando perdió la vida.

La sexta víctima es María de Jesús Duarte. Ella murió cuando se encontraba mirando un caño y se derrumbó el pedazo de barranco donde estaba parada. Eso ocurrió en el municipio de Quilalí, cerca de la frontera con Honduras.

En tanto, un reporte del grupo opositor Monitoreo Azul y Blanco registra también al menos cuatro personas desaparecidas.

Iota deja devastación en el norte de Nicaragua

Las autoridades siguen esperando que se restablezcan esos servicios, así como mejores condiciones climáticas para llegar a ese territorio caribeño; este se compone por ocho municipios, cuyos suelos se hallaban saturados tras ser embestido por el huracán Eta.

Iota, clasificado como un huracán “extremadamente peligroso”, dejó sin techo algunos de los principales edificios de Bilwi; en el lugar se habían refugiado 38 mil de las 40 mil personas evacuadas en 250 centros de albergue.

Algunas de las viviendas que habían sido reparadas 13 días antes, tras el paso de Eta, fueron tumbadas por Iota; la misma suerte corrieron decenas de árboles, igual que el tendido eléctrico y de telefonía.

El colapso de las telecomunicaciones en el Caribe mantiene en zozobra a las familias del Pacífico; debido a que no se sabe nada de las poblaciones caribeñas afectadas por Iota.